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Mundial de Clubes 2018

 


Final

 
  Real Madrid
Al Ain
 
4
escudo real madrid escudo al ain      1

El mundo sigue siendo del Real Madrid

¡Sin comentarios!Los de Solari consiguen su séptimo título mundial, tercero consecutivo, un hito en la historia del fútbol. Partido de exhibición con un Llorente pletórico

Con los datos que tenemos, siendo estrictamente objetivos, se puede afirmar que este Madrid es el mejor equipo del mundo y además el mejor equipo de la historia.

Nadie ha ganado tres Mundialitos o Intercontinentales consecutivos. Esto es un reto explicativo que el mundo del fútbol y el periodismo estamos despachando mal: los adjetivos se los llevan otros, también los documentales, pero lo que ha hecho este Madrid no lo había hecho nadie. No se había visto. No ha habido un equipo igual en la historia del fútbol.

¡Sin comentarios!En esta final se tuvieron que dar dos cosas. Un rival que le permitió jugar (pero que era el mismo que había vencido a River) y un Madrid mejor, elevado a la altura de su historia. Ese Madrid que se ve en las finales. Ese es el Madrid, sin que sepamos muy bien qué o quién es el otro.

Volvieron los galácticos, volvió el espectáculo. Los últimos o penúltimos brillos de metales encendieron a los jugadores. Bale intentó otra volea, Benzema danzó, Modric justificó el Balón de Oro, y Ramos hizo esas cosas que explican que en un ascensor Baresi y Beckenbauer le tengan que ceder el paso. El partido duró diez minutos, lo que él tardó en salvar al Madrid de un gol cantado.

El Al Ain había salido esperando en la media, sin la presión habitual en los equipos modernos y el Madrid, con Bale de nuevo muy vivo en la izquierda (donde debería quedarse) empezó muy pronto a tener la pelota con una facilidad desconocida.

El público local abucheaba a Ramos, que se ha convertido un poco en el Salman Rushdie del fútbol. En el minuto 13 salvó al Madrid bajo palos tras un regalo de Marcelo. La jugada valía un gol (tenía valor de aguanís), e inmediatamente llegó el 1-0 con un zurdazo colocado de Modric desde fuera.

¡Sin comentarios!El Al Ain ya ni inquietó ni presionó y el Madrid tuvo la pelota en un 70% con un ritmo medio que sin embargo resultaba muy peligroso. El rival permitía mucho juego por las bandas. Carvajal estuvo colosal, y todos se fueron entonando (salvo quizás Marcelo, algo más errático). Lucas pudo marcar, Bale en dos ocasiones, y Benzema bajo palos tras una jugada coral... El Madrid llegó a gustarse, a jugar bonito, como recuperando el viejo sentido que tenía la Intercontinental: despertar los oh de sorpresa en el público japonés de entonces. El Madrid regaló minutos de caracoleos, de toques y paredes, con exactitudes de Kroos, un Modric más libre y desbordante que nunca, o la versatilidad de Bale, a la vez extremo y nueve ocasional.

Y siendo el juego así, el que más destacó fue Llorente con otro partido calisténico en el que ganó todos los balones. Llorente corría hasta hacer que Lucas pareciese sospechoso. El flequillo no es por coquetería, es por aerodinámica.

¡Sin comentarios!Todo lo dicho exigía dos matizaciones. El rival parecía el más vulnerable de todo el año y al descanso, pese a todo, se llegaba 1-0.

Pero todo fue igual en el retorno. Bale pudo marcar de chilena y Benzema falló de varias formas. Caio era el único rival con fútbol y Llorente impedía personalmente cualquier contra del Al Ain.

Su partido ya era histórico antes del gol, pero con el 2-0 lo hizo evidente, fotográfico: empalmó una volea desde fuera del área y cerró la final. Su partido se recordará siempre, como el de su padre en Oporto.

¡Sin comentarios!El partido ya se se puso para Marcelo, y el portero Khalid evitó la goleada. Cuando el Madrid se relajó también apareció Courtois.

Con la noche así se empezó a notar que Ramos quería su gol. Al marcarlo se citaba a sí mismo con un remate estilo minuto 93, y citaba a Raúl silenciando después al público con aquel gesto del Nou Camp. No contento, se fue a abrazar a Isco, ejerciendo por último de capitán paterfamilias. Si en España hubiera el populismo que se pregona, Ramos se presentaría al Congreso.

En el carrusel de taconazos y toques que era el Madrid ya estaba fallando Lucas, y el intuitivo Solari lo sustituyó por Vinicius, que marcó el cuarto con la ayuda del rival. Otro autogol forzado por Vinicius, que está patentando la jugada, una mezcla muy madridista de habilidad y fortuna.

Shiotani había marcado antes el de la honra en un buen saque de Caio, cuyo juego merecía justicia.

Así acabó todo. El Madrid había hecho uno de esos partidos que convierte a la gente a su particular religión. Uno de esos partidos que excitan a los jeques y les llevan a comprar clubes de fútbol. En esas blancas chilabas bien podría bordar Adidas el escudo. Siete títulos mundiales tiene el Madrid, como si él solo ya fuera un continente. La vitrina de mundialitos es otra riqueza que merece una ruta especial en el Museo.

Este equipo se ha ganado el derecho a ocupar el primer lugar en la historia. También el derecho a ser sustituido con la tranquilidad de que ya no se le puede pedir más.

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