Resultado de la 8ª Jornada
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Estadio Mendizorroza Sábado 06 de octubre de 2018 a las 18:30h. |
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Alavés |
Real Madrid |
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1 | 0 |
Próximo partido | ||
Real Madrid Levante | ||
Estadio Santiago Bernabéu Sábado 20 de octubre de 2018 a las 13:00 |
El Madrid sale de Mendizorroza sin marcar y con una nueva derrota, cosas que ya tenía, y también con algo adicional: la sensación de nerviosismo en el cuerpo. Lopetegui está inquieto, deshace lo que hizo, y en los futbolistas se nota el miedo. Nadie regatea, nadie asume nada. La máquina que monitoriza al enfermo ya hace bip, bip, bip. (Casi siete horas sin marcar)
Salía Lopetegui con un 4-4-2 y la confianza de nuevo en Benzema.
El Madrid comenzó concentrado con unos buenos minutos en los que tenía las tres pes: presión, peligro y posesión. Chuts de Benzema, Ceballos o Bale en un cuarto de hora. El Alavés intentaba balones largos que se encontraban con la firmeza de Ramos, y a veces con su contundencia.
Este inicio evitó el ya tradicional gol del rival, fue su mayor efecto, y se fue deshaciendo hacia un fútbol ya más plano, con mucho toque entre centrales (el toque entre centrales es el “tiempo entre costuras” del fútbol) y escasa movilidad. El Madrid estaba bien en defensa (salvo sustos o despistes de Odriozola que fueron remitiendo) y mediocre en ataque. Poco movimiento, poco desborde, todos quietos salvo Odriozola, el gran recurso de la primera parte.
Se hizo el dueño de la banda y dio sentido a esos largos pases de Kroos que sacan al Madrid de un juego cabizbajo. Modric no desequilibraba en absoluto y en Ceballos lo mejor era la “ética protestante” que le asomaba en defensa.
Odriozola era el único con iniciativa y empujaba a Bale al centro. Quizás lo debió empujar a la izquierda, pues fue un territorio perdido toda la primera parte.
Benzema siguió en su línea. Se ve claramente como finge ser un delantero centro, como se esfuerza en mostrar un instinto que no le nace.
Y esa falta de instinto se contagia. Benzema se convirtió en un secretario de Ronaldo. Es un misterio digno de investigación periodística que siga en el Madrid y de titular. Sin embargo, este es el año en que menos competencia tiene. Esto es una paradoja cruel y el colmo de la planificación. El colmo del benzemismo. Porque Mariano es carnívoro, es verdad, pero con él se juega a otra cosa y el ataque debe reconstruirse.
Lo mejor de la primera parte del Madrid fue que el Alavés no le inquietara; lo malo, que se metió en las seis horas de sequía. Seis horas sin marcar un gol. Lo que duran dos Ben-Hur, lo que dura un vuelo Madrid-San Petersburgo.
Suficiente para que Lopetegui decidiera el cambio en el descanso. Mariano por Benzema, por fin. En él la línea de fuera de juego parce electrizante, parece llena de tensión, no una frontera de comodidad.
Odrizola se comía la banda derecha, Mariano ocupaba el 9 y nadie entraba por la izquierda. ¿De qué jugaba Bale? ¿Por qué no irse a esa banda? Cuando lo hizo provocó una ocasión de Mariano.
En el Alavés, lo mejor y lo más insistente lo hacía Jony.
Lopetegui quitó a Casemiro (Kroos ya es Schuster) y metió a Asensio en un 4-3-3. Esto no es baladí, porque Mariano lo necesita. Exige bandas, centros, “frecuencia”. El Madrid ensanchó por fin el campo, pero no sufría el Alavés. Se elevaba Maripán en la defensa. Le estaba faltando al Madrid lo mismo que en Rusia: el regate o el intento al menos. Bale no tenia espacios y el resto no tenían la intención.
A la insistencia en el pase ha de sumársele la insistencia en el desequilibrio, y eso le falta al Madrid. El extremo.
Bale pasaba de la derecha al área otra vez. Había estado en varios sitios y en ninguno todo el partido. En ese instante de "transición posicional" se dolió. Jony tenía en una contra la mejor ocasión del partido y Bale iba un poco cojo, pero antes de ser cambiado decidió lanzar una falta. Incomprensible. Entró Vinicius, que falló en sus tres jugadas aunque lo hizo partiendo de una buena posición de extremo zurdo. Duró poco, porque pronto permutó el sitio con Asensio.
Muchos pequeños cambios, demasiados. Se nota el nerviosismo en el Madrid.
Con el portero del Alaves cojo, el Madrid no chutaba y le permitió al rival un córner en el 95. Lo único bueno que había tenido, su solidez defensiva, se lo jugaba en la ruleta. El Alavés tenía el partido ahí y lo aprovechó. Remató Sobrino solo, tocó Curtois, y luego cabeceó Manu para hacer el gol. Dos remates en el área en la misma jugada. Para entonces, Lopetegui ya era una sombra y el banquillo un "trágame, tierra".