In Memoriam

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Dra. Yolanda F. López Rubio
Madrid 07/05/1958
S.S. de los Reyes (Madrid) 31/03/2015
RIP


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Resultado de la 5ª Jornada
de la Liga 1ª División

Estadio Ramon Sánchez Pizjuán
Domingo, 22 de septiembre de 2019 a las 21:00 h.
                                                        Sevilla   -   Real Madrid
                                                                     0     escudo sevilla   escudo real madrid  1

El Madrid se hace bloque por fin.

Deja su puerta a cero en Sevilla y se lleva la victoria con un gol de Benzema. Presión y compromiso general.

Benzema es cualquier fan del Madrid ahora mismoEl Madrid acabó un partido con la puerta a cero, y ese partido fue en Sevilla, nada menos, reciente infiernillo blanco. Asomó allí una ética nueva en el equipo, o se reencontró. Llegará donde llegue, pero hay signos claros de que el Madrid este año quiere la Liga.

El partido comenzó con una fuerte presión de los dos equipos, enzarzados como luchadores grecorromanos. Esta presión era esperable en el Sevilla, pero resultaba casi sorprendente en el Madrid. Era la “intensidad” que había reclamado Zidane en París. Los jugadores se aplicaban, la actitud era innegable. No tiene nada que ver con el pasmo, estupor o directamente el laissez faire del Madrid a estas alturas otros años.

El Sevilla sacaba el primer puñal de Navas, pero se encontraba con Mendy, hecho un Camacho. Así que frustrado volvía a la izquierda, con Ocampos, Banega y algún apoyo de Reguilón. Por allí tampoco Carvajal iba a ser el de otros días.

Durante un par de minutos, el Madrid respondió a la presión con un nuevo alarde de balones fluidos, rapidísimos, bien tocados. Era otro aspecto en el que se percibía un cambio. No solo era la presión, era un dinamismo distinto a la hora de combinar. O sea, intensidad también neuronal, cafeínica, de concentración.

El Sevilla, no obstante, tenía un poco más la iniciativa, ejercía eso que llaman la "localía", pero sin que el Madrid llegara a sufrir. Las dos vías de desahogo para salir del sofoco mutuo de la presión eran los balones largos del Sevilla a De Jong o las evacuaciones a Bale, donde el Madrid tenía su ultramar.

Chicharito disfruta frente a su exequipoEl partido no entraba en las áreas. Era como una cena en la que los comensales evitan tocar un tema espinoso que saben saldrá tarde o temprano y arruinará la velada.

Se medían dos momentos, dos puntos del AVE y dos actitudes ante el mercado. El Madrid, que se lo piensa mucho, y el Sevilla de Monchi, que en tres meses te monta un equipo entero.

En ese duelo estaba resistiendo el Madrid porque en las áreas no sangraba como en tantos partidos. Era encomiable el esfuerzo de James, en proceso de transformarse en otra cosa, en un Gattuso sin perder por ello su condición de gran pasador del Madrid actual. De él salieron los balones para Hazard y Carvajal, dos mano a mano que paró Vaclik y que fueron las dos ocasiones más claras de la primera parte. Las dos lleggaban de forma similar: robo en la media y salida directa.

El Madrid dio en esos minunos un paso más. Ya no solo resistía en defensa, donde se notaba la vuelta de Ramos (pitado ya de por vida, como un proscrito, en el Pizjuán) y el poder defensivo de Mendy, es que empezaba a entorpecer la hasta el momento alegre circulación del Sevilla en la media. Le apretaba las clavijas ahí y era como si tocara una mesa de mezclas que callara el Pizjuán.

A vueltas con Mendy. Consigue que el Madrid no sea superado por fuera. En esa banda que ha visto tantas cosas (¡ay si hablara esa banda!) esto es un cambio histórico, algo desconocido. En el lugar donde los equipos tenían la vía de entrada a la portería del Madrid, ahora hay un retén llamado Mendy.

Ese mejor trabajo del Madrid fue seguido por unos minutos trabados con golpes, parones, protestas y cabezazos involuntarios que llevaron el partido hacia el descanso más cerca del traumatismo que del gol.

¿Sergio Ramos o Sergio Thanos?El Madrid, un equipo gelatinoso hasta la fecha, estaba sorprendentemente entero y en sus jugadores asomaba un perfil endurecido, distinto, como de Lee Van Cleef. No había sido la flor, había sido la intensidad.

Lopetegui cambió a Ocampos a la derecha, pero tampoco podía con Mendy. El Madrid puede estar tapando ahí una fuga de años, una gotera insidiosa hecha tortura china. Fuera de casa, esa seguridad en la izquierda puede suponer unos cuantos puntos al final de la Liga. La pareja Ocampos-Navas habría enloquecido a Marcelo.

Hubo una jugada al inicio de la segunda parte: largo pase parabólico de Bale que casi remata James. Lo llamativo era que James, que había presionado como un Lucas Vázquez fino y también había pasado, ahora llegaba. Todas las suertes del mediocampista.

Lopetegui cambió a Vázquez por Óliver, como reconociendo un error de salida, y Hazard, con espacios y más participativo, bajando más por su banda, demostraba lo devastador de su primer arranque. Le sacó una amarilla a Jordán y casi la segunda. Fue el día en que Hazard se comprometió definitivamente con el juego colectivo.

El partido se mantenía congelado en la misma tensión, como un pulso, pero los dos equipos se acercaban a la extenuación. Por precisión no había podido ser, pero ahora llegaba un nuevo personaje al partido: el error humano.

Crecía la intriga hasta el chillido, como en el cine. Pero el Madrid veía el estajanovismo del Sevilla y lo subía y en el minutol 64, tras robo de Casemiro, Carvajal penetró y le puso un gran balón a Benzema, que no falló en el área.

El partido de Benzema era extraordinario porque habia sido el director y primer peón de la presión inicial, había colaborado en la salida y construcción, y ahora aparecía en el lugar del nueve.

El Sevilla acusó el golpe, y cuando volvió a atacar, el Madrid quedó por momentos cerca de romperse otra vez, de partirse como en París. Se percibió ahí un esfuerzo adicional en gente como Hazard para que entre defensa y delantera no hubiera un gran vacío de antimateria mediocampista.

El Sevilla, cansado, lo intentaba por alto y el Madrid, reforzado con Valverde, solventaba en cada lugar del campo una guerra de guerrillas. Seguía firme, sin mayor zozobra. Solidario, nuevo, cooperativo.

Desde muy lejos, y por alto, Ocampos le puso un balón por fin al anticlimático de Jong, pero remató blando. No hubo más. La épica del Sevilla, con Chicharito ya dentro, fueron apenas cosquillas para un Madrid convertido en... bloque.

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