Resultado de la 21ª Jornada de la Liga 1ª División |
Estadio José Zorrilla Domingo, 26 de enero de 2020 a las 21:00 h. |
|||
Real Valladolid - Real Madrid | ||||
0 | 1 |
El Madrid gana en Valladolid y se pone con tres puntos de ventaja sobre el Barcelona
Cuando el mundo se enteraba de la muerte de Kobe Bryant, empezaba el partido en Valladolid. El Madrid es muchas veces la continuidad forzosa de la vida. Era natural que la atención de todos se desviara, sobre todo porque el partido, como si quisiera guardar un luto sorprendido, no ofrecía nada. Era como un lapso respetuoso.
Pero tampoco es exactamente así. Un aficionado del Valladolid señalaría que su equipo estuvo bien. El equipo de Sergio González presionó con eficacia y fue ambicioso en su planteamiento.
Zidane salía con cuatro medios. La intensidad es variable: tres, cuatro o hasta cinco. El Madrid no sufría en defensa, en su línea de seguridad, pero tampoco atacaba. Era un fútbol que se ha visto en algún momento estas últimas semanas, un centrocampismo denso, forcejeante. La única ocasión fue un remate a balón parado de Casemiro que acabó en gol revisado por el VAR. No hubo más, luego un chut lejanísimo suyo superada la media hora del partido.
Al Madrid le faltaba velocidad, ritmo. El desborde interior de Valverde, y el desborde exterior. No estaba Vinicius y los laterales eran para Mendy y Nacho, poco incisivos. El Madrid quiso apretar un poco antes del descanso. Se notó, precisamente, en la mayor velocidad alcanzada por la pelota. Fueron apenas dos o tres minutos que no se sustanciaron en nada.
Había sido el Madrid rumiante y avejentado de los primeros meses de temporada. Subió algo la intensidad tras el descanso. El arrastre de Casemiro, gran baza ofensiva del Madrid por fuerza y verticalidad, permitió una buena ocasión de Rodrygo.
Era la media, que había sido absolutamente previsible, la que debía asumir el empuje de otros días. Tampoco se les había visto chutar, llegar...
Kroos y Modric elevaron su nivel, pero seguía faltando la profundidad y dinamismo de Valverde, el que le da al mediocampo blanco la dimensión nueva. Pero ese Madrid mejorado de la segunda parte ya llegaba. Benzema pudo marcar en la disyuntiva entre el deber de remate y la inventiva del pase.
Llegado el minuto 60, el de las decisiones, el Madrid había mejorado lo suficiente para que Zidane se lo pensara. La salida ya era fluida, y la posesión continua. Se iba imponiendo el autoritarismo defensivo del Madrid, la mejor defensa del campeonato y una de las mejores de Europa. El Valladolid, cierto era, no hacía ni cosquillas. En esa línea hay que interpretar también la cesión de Odrizola. En su lugar, Nacho da otro tono al equipo.
El Valladolid se iba inclinando ya «como el paciente anestesiado sobre la mesa» de operaciones, pero al Madrid le faltaba el bisturí. Zidane, más Zizou que nunca, lo que vio en el partido fue la necesidad de Lucas Vázquez.
La presión del Madrid se iba convirtiendo en una forma reconocible: los medios van subiendo hasta el minarete de Benzema, que a la vez va bajando también a su encuentro. Al juntarse, en un lugar del borde del área, se concitaban todas las posibilidades de pared, enhebramiento, chisporroteo. Esa zona había quedado sin pisar en la primera parte, y era ahora la sala de baile de Benzema. En el Valladolid, Unal, brillante, dejó su lugar a Óscar Plano, lo que provocó protestas en la grada, encantada con el turco.
Y al instante, llegó el gol del Madrid. Los centros iban mejorando y Kroos volvió a asistir con un pase estupendo que mejora incluso los de Míchel desde la derecha (aceptar esto es un dolor generacional). Nacho remató el pase que surgía como segunda jugada tras un córner. Era un gol derivado del balón parado y marcado por un central. El gol solidario, el gol coral, el gol cooperativo del Madrid que quiere ganar la Liga reeditando, por la vía del toque, aspectos de las de Capello y Mourinho. El factor baraka estaba ahí: apostó por Nacho, gol de Nacho.
El Valladolid, cumplidor, reaccionó y Plano tuvo la primera ocasión real de su equipo. Pero el Madrid parece un equipo difícil de sacar del campo.
Marcar le cuesta al Madrid. Hacer carburar un motor algo viejo en la media, en primer lugar, y encontrar al delantero centro luego, pero no como alivio o resolución, sino como apoyo y habilitación del resto. El gol es una gran obra colectiva. Este Madrid es un Madrid llegador al que Benzema, con dotes de director, pone en situación de marcar, le va acercando al área para que se extienda allí como hace el clavillo de un abanico.
Lo intentó el Valladolid pero el Madrid salió airoso con oficio y aún pudo Rodrygo obtener un penalti que De Burgos, de reojo recalcitrante, no quiso ver. El Madrid vuelve a ser líder convertido ya en un equipo fiable y reconocible.