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Resultado de la 15ª Jornada de la Liga 1ª División |
Estadio Alfredo Di Stéfano Miércoles, 23 de diciembre de 2020 a las 19:45 h. |
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| Real Madrid - Granada | ||||
| 2 |  |
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0 |
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| Casemiro 57' Karim Bencema 90+3' |
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El Real Madrid hace de las suyas contra el Granada.
Un gol de Casemiro desequilibró el encuentro.
Transcurridos veinticinco segundos de partido, Duarte se quedó solo ante Courtois y falló con estrépito. El partido parecía nacer de pie para el Madrid, pero la ocasión venía de un error de Varane que delataba su tono inicial. Iba a ser un comienzo difícil. Poco después fue Courtois el que dudó con peligro. Dos llegadas para el Granada, que desplegaba una presión concienzuda y apretada.
Descubiertas las virtudes de la continuidad, Zidane repetía el once con Valverde en el lugar de Modric. Se notó la ausencia porque el Madrid no tuvo el recurso de su finura. Dos salidas tiene el Madrid, y una no estaba, así que el Granada se aplicó en secar la fuente de Kroos, que solo muy entrada la primera parte pudo pegar sus pases volanderos que cambian el juego. Esos pases “kroostinentales” son un buen indicio, calientan el juego del Madrid, le dan ritmo, pero hubo pocos.
Respondió el Madrid con algún ataque más bien de testimonio y trámite, llegaditas de Benzema o Rodrygo, hasta un tiro lejano y duro, ya sí con sustancia, de Kroos en el minuto 14.
El partido era, caigamos de cabeza en el tópico, la toma de Granada y el Granada un rival duro de manejar. Ahora todos los equipos se parecen. Tienen un poco las virtudes del futbolín. Cuesta verles las diferencias, pero en el Granada se percibía una presión compacta y general, sin escaqueos, con mucha disciplina, desplegada en un sitio concreto, ni muy arriba ni muy atrás. En una zona estimable, notable. Los equipos presionan un poco a la altura en la que están en la tabla, y el Granada llegó séptimo a Valdebebas y sin recibir un gol en cuatro partidos.
La dificultad era grande y el Madrid estaba menos brillante, así que el fútbol se coaguló, el partido se fue haciendo polvorón navideño y pasada la media hora incluso se notó un principio de dominio visitante, un avance, una ocupación del campo del Madrid.
De esa congestión tenía que sacarle la velocidad. Rodrygo intentó una carrera lejana y potente para buscar el área, pero antes de entrar, Foulquier le cargó y luego se rompió muscularmente. No fue la primera carga que le hizo volar. Se notó lo que sufre Rodrygo, tan liviano, con laterales fuertes. Se fue en camilla en el 36, sustituido por Asensio.
Esto acercó el primer tiempo a su final sin ocasiones ni argumento apenas. Justo antes del descanso, y como para llenar las fichas de la prensa, se apresuraron los dos equipos en hacer cosas: Vallejo tuvo una ocasión de córner y otra Benzema tras una contra, rara avis. Esto presagiaba un segundo tiempo más abierto. Menos era imposible.
En la segunda parte todo empezó más o menos igual. Solo se oía la presión del Granada, como las zapatillas en el parqué del baloncesto.
Pero el partido recomenzó en el 55. Un centro de Carvajal lo llevó al palo Asensio con una espuela bonita, un poco a la remanguillé. La «segunda jugada» derivó en dos tiros, de Kroos y Asensio de nuevo, que paró Rui Silva con mucho mérito.
Esa jugada fue como la cuchillada a un balón. Abrió la espita del Granada. Muy poco después, otra vez Asensio el protagonista: desmarque por la izquierda y un centro de rosca, perfecto, que fue rematado por Casemiro de cabeza en el segundo palo, donde emergió de una forma más bien colosal.
La jugada del minuto 55, alarde viril de Carvajal y fina delicadeza al bies de Asensio, fue como un empalme en el cableado del Madrid. Le encendió.
El fútbol parece narrativo, consecuente y homogéneo, pero en realidad está hecho de momentos. Espasmos. Colisiones subatómicas que provocan una reacción química. Dos moléculas que coinciden en un caos y forman algo. Eso es el fútbol ahora (el caos es lo que han «organizado» los entrenadores).
El gol le dio al Madrid dos grados más de temperatura y el dominio convicente del partido. Es curioso que hasta campeones como los del Madrid dependan de un gol para venirse arriba. Que sea tan frágil su psicología, que agradezca tanto un giro de las cosas. Si eso les pasa a ellos, qué no nos pasará a los demás...
Las oscilaciones temperamentales del fútbol, que parecen una marea enigmática, son algo que los entrenadores aún no han podido controlar del todo. Menos mal.
El Madrid tuvo más la pelota, y un poco más rápido, y esa química colectiva le duró hasta que empezaron a llegar los cambios y el partido entró en otra fase.
El Granada no creaba peligro. Solo un tiro que le dio a Casemiro en el cuerpo y provocó un rato de VAR. Chutar a gol es un atraso, hay que apuntar al rival, a las manos del rival.
El Granada siguió intentándolo, pero el Madrid se cerró bien, muy hecho a su «unocerismo», aunque pecó de cierta premiosidad para responder al contragolpe, lo que le abocaba a un final invertido y sufridor: el Granada rondando al Boabdil Courtois. Finalmente no tuvo que llorar y Benzema, codicioso, sentenció en el 94 gozando de los espacios. El Madrid pita los finales de los partidos.
Hubo antes algún gesto lujoso más de Asensio, devuelto al mundo de lo significativo con su asistencia. Fue una de las noticias del partido.