Resultado de la 22ª Jornada de la Liga 1ª División |
Estadio El Alcoraz Sábado, 6 de febrero de 2021 a las 16:15 h. |
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Huesca - Real Madrid |
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1 | 2 | |
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Javi Galán 48 ' |
Raphäel Varane 54 ', 48 ' |
Remontada del Real Madrid frente a la SD Huesca.
Varane evita en Huesca otro desastre del Real Madrid.
Zidane se enfadó con los periodistas y el equipo reaccionó. La descarga de carácter de Zidane durante la semana fue estimulante (rompía el discurso oficial personificado en El Buitre: «Somos el Madrid… esto es fútbol…») y de alguna forma se transmitió a los jugadores. Hubo destellos de retorno en Vinicius, constancia en Asensio, y galones en los capitanes sin Ramos. Pero además hubo algo entre lo futbolístico y lo simbólico, casi supersticioso: Zidane miró al banquillo, vio canteranos, y lejos de girar la cara lo movió con más ganas de lo habitual. La sangre joven siempre ha ayudado al Madrid.
Desde el principio se vio que el golpe en la mesa de la sala de prensa tendría un efecto. Sus jugadores salieron resintonizados y el Huesca (colista, no hay que olvidarlo) tampoco discutió el mando del partido.
El Madrid tuvo la pelota y empezó a entonarse por la banda de Vinicius. Una jugada suya elevó el tono del Madrid, regaló a su juego una alegría repentina. El efecto de Vinicius sobre el humor general ha sido sistemáticamente menospreciado por Zidane. Vinicius sonrió y el Madrid cascabeleó desde su banda a la de Asensio, fino en controles y movimientos.
Vinicius intentó una cuchara, un sombrero, un eslalom, un caño, un quiebro, y eso dio sentido al juego del Madrid, lo imantó por su zona.
El Huesca por entonces solo se defendía. Mandaba algún balón largo al solitario y trabajador Rafa Mir, como quien manda un paquete con viandas al pariente que emigró a Alemania.
El dominio del Madrid se había hecho más deliberado, pero fue inevitable que llegara una sensación progresiva de impotencia. Algo previo. La sensación de llegar a los rendimientos decrecientes. El Madrid quería y había revivido en las bandas, pero volvía a encontrar su límite ofensivo. Pocas ocasiones y distancias insalvables: Kroos dirige el juego desde muy atrás, gana perspectiva en algún lugar entre el interior y la zona del lateral zurdo. Desde allí, manda, dirige, envía, pero queda muy lejos de Benzema. Desde donde empieza Kroos hasta el nueve hay un gran espacio vacío. ¿No falta alguien ahí, un escalón, un argumento táctico? La mejor ocasión de la primera parte, de Benzema, llegó cuando Modric lo ocupó.
El Madrid fue rondando la impotencia ofensiva y antes del descanso también se partió en dos en uno de los contados contragolpes del Huesca. Era un presagio.
El Madrid no volvió del todo, fue como si se hubiera quedado enganchado en la puerta del vestuario. Mikel Rico tiró al palo en el 46 y Javi García aprovechó al minuto siguiente otro pase por la derecha para marcar un golazo con la zurda. Odriozola no estaba con él porque se había ido a hacer de central sin que nadie hubiera acudido a ponerse en su lugar. Un problema crónico, la ayuda al lateral derecho.
El Madrid se tambaleó tras el gol y tuvo que agradecer al larguero que Rafa Mir no marcara otro gol, pero empató antes de que pudiera llegarle la depresión o la ansiedad. Benzema, el hombre que lo hacía casi todo, ya lo hace todo sin Ramos y lanzó una falta al larguero; el rechace lo remató Varane de cabeza elevándose sobre todos, sobre la tarde, sobre el partido.
En un cuarto de hora habíamos visto fuego a discreción, y el duelo estaba donde antes, pero muchas palpitaciones por encima.
Volvía a atacar el Madrid. Tuvo una ocasión Asensio, cuya mejoría, aunque lenta, es uno de los pocos aciertos de Zidane en los últimos tiempos.
Pero la debilidad seguía ahí, perenne, estructural. La zurda de Javi Galán, de lo más brillante del partido, buscó a Rafa Mir y el titánico testarazo lo tuvo que detener Courtois.
Zidane sacó a Marcelo y estacionó a Mendy en la derecha. La izquierda seguiría siendo «la loca de la casa», pero al menos habría un lado firme.
El Madrid tenía más ocasiones que en la primera parte. Benzema falló una casi absurda en la que, bajo palos, sustituyó la búsqueda razonable del gol por el fusilamiento al portero en el plexo solar. Fue un fallo clamoroso, pero Benzema, justo es reconocerlo, estaba apareciendo en todas las jugadas.
Lo novedoso fue que Zidane no esperó más. Teniendo menos donde elegir, movió el banquillo con más presteza de la habitual. Salieron Marvin y Mariano y recompuso tácticamente otro Madrid a medida de la situación. Bravo, rápido, ambicioso. Cogido con pasión y alfileres. A balón parado, Varane ganó el partido tras otra aparición decisiva de Casemiro en el área.
Reaparecían pautas no tan lejanas: goles de centrales, poderío por alto… Elementos que significaron algo en la última Liga. También las ganas necesarias de los jóvenes, que han de ayudar a que los veteranos puedan serlo. Así fue siempre.