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Resultado 27ª Jornada Liga 1ª División |
Estadio Alfredo Di Stéfano Sábado, 13 de marzo de 2021 a las 16:15 h. |
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| Real Madrid - Elche |
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1 |
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| Karim Benzema 73 ', 90+1 ' | Dani Calvo 61 ' | |||
El Madrid sufre para remontar ante el Elche.
Un doblete de Benzema sirvió para la remontada.
Hay algo extraño en Benzema. Flaquean las estrellas, surgen otras nuevas, y ahí está él, ahí está, viendo pasar el tiempo, la Puerta de Alcalá de un Madrid en el que aumenta poco a poco su influencia. Con sus dos goles, convirtió la victoria contra el Elche en algo personal. Si no está, o no aparece, el ataque consiste en lo que puedan cabecear Casemiro y Ramos, o en los azares de la zurda de Mendy. Ya es prácticamente todo.
En un partido jugado a la peligrosa hora de la sobremesa, no solo quedó demostrado que Benzema es cada día más importante en el Madrid (lo que no deja de ser preocupante), también que la dependencia de Modric y Kroos es absoluta. Hay un fútbol con ellos y otro sin ellos. En principio estaba previsto que descansaran, y quizás por eso Zidane volvió a probar con la defensa de tres. Las bandas quedaban para Lucas y Mendy y Vinicius pasaba al centro, de ‘siete’, un extremo lejos del precipicio.
Y el fútbol no estuvo mal, ni bien. No pasaba gran cosa. Valverde está cogiendo ritmo e Isco, con su rotación de planeta perezoso, es como una furgoneta 'hippie' que obstruye la autovía. Es muy útil cuando el rival es rápido y el Madrid tiene que apoderarse del balón con cloroformo, pero cuestionable cuando hay que hacer eso que los clásicos llaman 'imprimir velocidad'. ¡Qué poco papel moneda sale entonces del malagueño!
Hasta el minuto 26 no hubo intervención de los porteros. Miraban en soledad el forcejeo. Quizás por esa soledad antes se decía de ellos que estaban locos, que eran raros, especiales… Luego se normalizaron, y quizás ahí esté el problema a la hora de comprender, por ejemplo, a Casillas. Olvidamos que un portero no es un lateral derecho. Ahora metemos a todos en el mismo saco psicológico por uno de los males del fútbol moderno: todos nos parecen laterales derechos.
Badía, decíamos, fue el primero en flexionar por un tiro de Isco, que era como una boya flotante que anunciara el inicio del ataque, la zona prohibida de los tiburones. Gustavo Bueno diría del centro del campo del Madrid que era ‘indefinido’. Indefinido y divagante. Hacía el Madrid un fútbol-gacha, con demasiado acarreo de los centrales y una lentitud chirriante.
¿Quién, en su sano juicio, renunciaría a la soleada tarde madrileña o al placer vegetativo de una siesta por ver este espectáculo? Ya es más penitencia fervorosa que espectáculo.
velocidad apareció como algo subversivo o como un chorro de petróleo en el minuto 34; al contragolpe, por supuesto. Un espacio generosamente ofrecido por el Elche lo aprovechó Vinicius, muy rápido, para asistir a Benzema, que falló en el remate en una jugada que ya se vio en el derbi. Vinicius tiene un efecto en el juego que no siempre se computa. Marca algunos goles, da algunas asistencias, pero también pases que irán al limbo y un fútbol indirecto, de segundas jugadas que a menudo derivan de él.
Esta ocasión de Benzema fue respondida por otra entre Boyé y Carrillo, al alimón, que atajó Courtois. El Elche, que lucha por no descender, comenzaba a tener cierta iniciativa en el juego. La nueva disposición ofensiva y defensiva del Madrid resultaba confusa. Defendían tres centrales más Casemiro, y sin embargo era difícil pensar que su coordinación estuviera siendo óptima, ni siquiera buena.
El Madrid salió con más intensidad en la segunda parte. Es innegable que algo en el descanso incidió positivamente, que había vida psicologica allí. Subió un punto más la velocidad de la cinta. Apretó el paso. Aceleró sin llegar del todo a correr, como si fueran un grupo de marchistas alrededor de la lentitud budista de Isco.
El juego, muy aburrido, tomaba la forma de los últimos meses, el intenso 'unocerismo', y aparecían las señales habituales: el recurso aéreo y al balón parado, en un posible penalti a Ramos en el que el Var se inhibió, y las paradas de Courtois, decisivo ante Garrido en una despejada contra visitante.
Todo eso suele ser preludio esotérico de un gol del Madrid, pero marcó el Elche en un córner que remató Dani Calvo, y en el que cabría algún reproche a Varane.
Con media hora por delante y la Liga en juego, Zidane metió tres cambios que mejoraron al Madrid. Modric y Kroos, por supuesto, devolvieron una mínima fluidez al juego, disolviendo por fin el mencionado fútbol-gacha, y además Rodrygo, que brilló porque aportó rapidez de todo tipo, sobre todo mental, con la inteligencia de sus primeros toques.
Aunque los balones a Casemiro seguían siendo el argumento más visible, el Madrid pudo dar la vuelta al partido porque la mejoría del juego encontró a Benzema, responsable de la mitad más uno de su fútbol ofensivo. Es como Maradona en el Nápoles. Es un nivel de influencia desconocido. Empató rematanto un córner en el 73 y remontó definitivamente en el 91 con una jugada de mucho mérito: una pared con el pecho intuitivo y elegante de Rodrygo, que Benzema remató con furia, como si además del fútbol se estuviera quedando con la garra del Madrid, con el liderazgo moral y glandular. Él se agranda felizmente, pero es inevitable advertir que el Madrid se va empequeñeciendo.
Cuando estaba ya con un solo y tembloroso dedo en la cornisa de la Liga, Benzema ejerció de líder y de estrella atacante e hizo lo necesario para mantener al Madrid agarrado a la posibilidad.